jueves, 17 de noviembre de 2016

Pancacho [14]



Esa patada realmente me dolió.
Me va a salir un morado muy grande.
Apuesto que cuando mi papá lo vea, me va a preguntar por qué no tenía puestas las canilleras. De pronto de aquí al viernes que me recoja ya se me ha borrado.

Lo importante fue que ganamos el partido.
Esta noche cuando me bañe me echo bastante jabón a ver si se me borra el morado.
Mi mamá no me regaña por no ponerme las canilleras, en cambio sí me regaña por traer las medias sucias. Mi papá dice que eso no vale la pena, lo de las medias.

El partido del segundo recreo es más importante.
Jugamos contra los de cuarto, son más grandes.
Tengo hambre, creo que iré primero a la tienda antes de ir a la cancha de fútbol.
Me gusta comer pancacho y oreja y papitas Calima.

Mi papá me contó que cuando era niño, sus papás le daban 20 pesos para el recreo.
Se compraba un pancacho que costaba 10 pesos y una Coca-Cola que costaba 9.
Con el peso que le sobraba, se compraba un cigarrillo. Era como un cigarrillo de verdad pero con sabor a menta. Eso ya no existe.

Los niños que vienen de Bogotá le llaman “croissant” al pancacho.
Se creen muy finos, igual a los franceses de este colegio que no pueden comerse una “chancarina” o una “melcocha” porque se intoxican.

Las papitas Calima son mis preferidas.
Me las como siempre junto con la oreja.
Los niños de Bogotá le llaman “corazón” a la oreja.
Pffffff, me hacen reír con su habladito gay.

Será por eso que son tan malos en fútbol.
Lo malo es que en el curso de cuarto hay tres “rolitos”, no juegan bien pero son grandes y nos pueden hacer faltas graves. Además, no traje mis canilleras hoy tampoco.

Le pedí al gordito Durán que metiera a Robledo y a Mejía para equilibrar el partido. Ellos son nuestros enemigos de curso pero hoy tenemos que juntar a los mejores para poder ganarle a los de cuarto y sus “rolitos” gay.

Yo voy a tapar, traje los guantes que mi papá me regaló el finde pasado.
Con estos guantes y el poder mental, voy a desviar cualquier balón que llegue al arco.
Mi papá me ha enseñado el poder mental para desviar los balones, hay que aplicar la energía justo cuando el jugador va a patear el balón. Es un secreto que nadie sabe.

Ahí está Kathy, la niña que más me gusta, Mariana le tiene muchos celos.
Lo malo es que Kathy es de Bogotá, pero igual me parece muy bonita. Tiene algo que no sé cómo explicar, algo que no tiene Mariana, que es de Cali.

Robledo y Mejía están muy bravos conmigo, nos empataron.
Me metieron el primer gol por andar mirando a Kathy  y en seguida a Mariana, que anda haciendo mala cara. No tuve tiempo de aplicar el poder mental.



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