martes, 21 de marzo de 2017

Cebolla [29]


¿Cómo se le ocurre a mi mamá casarse con un francés?
Encima de que me los tengo que aguantar en el colegio, ¡ahora tengo uno en la casa!
Querido diario: mis signos vitales están por los suelos, sufro D.V. = Desgano Vital.

Si no me mata su aliento, me mata la cebolla que alberga sus sobacos.
No puedo ni mirar sus dientes, parecen fichas de dominó, todos recostados para un lado y llenos de puntos negros. Creo que el señor no sabe que en este país usamos seda dental.

Dicen que uno es lo que come.
Quiero hacer una aclaración: uno huele a lo que come.
Pues este señor se la pasa comiendo charcutería, encurtidos, pan con ajo y mucho vino.

Su color rojizo en la piel no es por el bronceado, ni más faltaba, no señor, se debe al color de la carne de cerdo y el vino.
Pan con ajo, aceitunas, alcaparras, anchoas, foie gras, tajine, salchichón, mucho salchichón. Y vino, rojo, rojo, a veces blanco si hay pescado, y mucho rosado, claro y oscuro.

Ella dice que lo ama con pecueca y todo, con sus calcetines rotos y sus calzoncillos manchados. El amor hace lo siguiente con los sentidos, tomen nota: los abuele (el que me encuentre la conjugación del verbo “abolir” en presente le doy un premio), los abroga, los cancela, los deroga, los desactiva, los desapodera, los descalifica, los dirime, los eclipsa, los inutiliza, los liquida, los neutraliza, los oblitera, los prohíbe, los retracta, los revoca, los rompe, los suprime, los tacha, y el que me más me gusta, los suspende.

No es casualidad que los franceses hagan los mejores perfumes.
Cuando se conocieron, me contó ella, se bañaba, quizá, una vez a la semana.
¡Plop! (sin comentarios)

Yo me ducho, tú te duchas, nosotros nos duchamos, los latinos, por lo menos una vez al día, sino dos. Ducharse, enjabonarse, juagarse, meterse debajo del chorro, lavarse el pelo, lavarse los dientes, las orejas, las menudencias, así el agua esté gélida y esté lloviendo.

Y aquí hay que hacer una aclaración: ducharse es MUY diferente a “lavarse”.
Francés que se respete, sea del siglo pasado o contemporáneo, no se ducha, se lava, y de vez en cuando.

¿Qué es lavarse para un francés? Coger un trapito húmedo, acurrucarse en la bañera, pasárselo por aquí y por allá, lavar el trapito, volver a pasárselo, y así sucesivamente, hasta que el trapito se canse y por cuenta propia se largue de la casa.

El famoso rey francés, Louis XIV, no se bañó en toda su vida. Y el que no me crea, que se meta a Google: “Y este hecho nadie podía reprochárselo (al rey) puesto que en esa época la medicina consideraba que bañarse era peligroso para la salud ya que facilitaba la entrada de microbios al organismo. El rey expedía continuamente un hedor que era insoportable en su entorno, y él era consciente de ello ya que abría todas las ventanas del lugar donde se encontraba. [...]” ¡Plop y catapúm!

Ella dice que lo va a cambiar, que el amor puede con todo, incluso lograr que se duche dos veces al día, porque aquí en este país hace mucho calor, y te suda cada rincón del cuerpo, y cada orificio expele sus tesoros.

Con tanto latino “tan querido” que anda suelto, tanto caballero bien aseado, bien presentado, bien afeitado, bien respingado y bien equipado, no, ella no, ella tenía que ir a sacarse un francés de las profundidades de la ciudad luz, calvo, bajito, no muy culto, que no sabe si Bogotá queda en África o en Asia, que no sabe lo que es una seda dental, mucho menos una ortodoncia, que no sabe que después de cada comida hay que lavarse los dientes, no solo por el mal aliento, sino por la comida que queda engarzada entre los dientes, que no sabe lo que es un desodorante, un talco para pies, y además, judío. Mi abuela dice que pretende mejorar la estirpe, no entiendo mucho de qué habla, sigamos.

Si, está bien, tiene los ojos azules, nalgas redondas, bonitas piernas y barba frondosa, elemento fundamental en las mujeres mayores como mi mamá, será porque el latino promedio es más bien imberbe y ella quería cortar con el pasado, hacer un cambio radical.

¿Usted tiene un buen concepto de los franceses? He aquí un resumen para ver si le gustan tanto: el francés habla con la boca llena en la mesa, pone el pan sobre la mesa, no sobre un plato, y cuando termina de comer, se chupa los dedos. El francés todo lo sabe, y si no lo sabe, es porque no existe. Francia fue, es y será mejor que el pobre país donde nos encontramos ahora. ¿El método francés? El mejor del mundo, y en cualquier materia. El francés repite ropa, explicación: hoy fue a trabajar con la camisa roja, mañana también, con la misma, y lo peor de todo, no le importa. El francés promedio se pasa el dedo por la lengua para pasar la hoja de un libro, y podría continuar, pero dejémoslo así.

Querido diario, mi mamá lo quiere así, no puedo hacer nada. Y se ve tan feliz que hasta yo me siento feliz por ella. Bueno, está bien, he sido muy dura con él, le daré una oportunidad, pero solo porque a veces me hace reír. Al fin y al cabo, no estaría mal tener un hermanito con ojos azules, la envidia que le daría a Kathy la de mi curso. Un hermano rubio y ojiazul, ¡divino!


Dicen que el color oscuro predomina siempre, ¿será que nace negrito?