miércoles, 30 de noviembre de 2016

María Planetario: [20]


Querido diario, hoy es un día triste.
Me llamo María José, cumplí 8 años hace unos días.
No sé si estar triste por la muerte de Fidel Castro o por el avión que cayó con todos los jugadores de Brasil. Me parece que ese señor barbudo era bastante viejo para ser el director técnico de un equipo de fútbol.


Me gusta llamarme María José porque mi mamá me puso ese nombre, aunque la mayoría de mis amiguitos me dice “Majo”. Majo suena a “magia”, me gusta. Me gusta también la vista que tengo desde mi cuarto.


Vivimos en el piso 35 de las torres de la plaza de toros, puedo verla aquí abajo, y cuando está muy despejado, puedo ver el nevado del Tolima y el nevado del Ruíz. Siempre he querido ver mi colegio pero no alcanzo, ni siquiera con los binoculares de mi padrastro.


En mi casa vive Tatiana, mi hermana grande, Josefina, mi hermana media, mi padrastro, mi mamá, la empleada, mis peluches, y yo. Tatiana ya está en la universidad y se la pasa con su novio. Están estudiando dos carreras al mismo tiempo y no les queda casi tiempo para estudiar ni la una ni la otra porque se la pasan en la casa acostados en el sofá viendo series en Netflix. Cuando nos vamos de paseo los fines de semana, Tatiana nunca nos acompaña, prefiere quedarse con el baboso del novio a salar la casa, eso dice mi mamá. No me imagino a mi hermana con el salero en la mano pasándolo por todos los muebles de la casa.


Josefina es mi hermana media, estudia en otro colegio, en el centro. Mi colegio es en Chía, a 35 km de aquí. El colegio de Josefina es a pocas cuadras del edificio, se puede ir caminando. Mi padrastro, aunque yo lo llamo papá, también puede irse caminando al trabajo. Casi todos los días se va junto con Josefina, salen muy temprano, como a las seis y media. Mi padrastro no es el papá de Josefina, ni tampoco de Tatiana. Mi papá de verdad viene por mí cada quince días, y en vacaciones largas estoy casi todo el tiempo con él.


Mi colegio queda muy lejos de mi casa pero a mí no me importa, me encanta subirme al bus de la ruta, jugar con mis amigas, conversar, mirar por la ventana, criticar a la gente, ver los animales, los árboles, las montañas. No tengo tiempo de aburrirme ni de dormir, como la mayoría de niños que van en la ruta. Todos se echan a dormir cuando se suben, y se despiertan en el colegio. No entiendo por qué los niños son tan dormilones, las niñas no. Con las niñas todo es más divertido, los niños no saben hacer trenzas ni hacer dibujos con brillantinas, solo piensan en jugar fútbol.


En promedio, el tiempo de la ruta desde mi casa hasta el colegio es de una hora y media por la mañana y dos horas por la tarde. Por eso tengo que levantarme a las cuatro y media de la mañana para estar lista una hora después cuando pasa la buseta. Soy la primera estudiante que recoge la ruta y también la última que deja por las tardes. Me gusta ser la primera porque me puedo sentar donde yo quiera, claro que casi siempre escojo la misma silla, contra la ventana.


Si acaso el ascensor amanece dañado, me toca bajar las escaleras corriendo con mi mamá. Bajar 35 pisos no es tan agotador como subirlos, pero igual me mareo, y la buseta tiene que esperarme los diez minutos que nos demoramos bajando como locas, más otros cinco minutos mientras se me pasa el mareo, no voy a vomitar en la ruta como pasó la primera vez.


Entre las torres de mi casa y la plaza de toros, queda el Planetario Distrital. Es el mejor sitio del mundo. Tiene una esfera geodésica para ver películas del espacio en 3D, un museo, una biblioteca, un restaurante y sobre todo, un almacén de artículos intergalácticos, libros, muñecos, ropa, juegos y telescopios. Quisiera quedarme a vivir allí.


Mañana tenemos una salida con el colegio, vamos a ir al Planetario. Mi mamá me sugirió que me quedara en casa. Dijo que Crislaidy, la empleada del servicio, podía llevarme caminando y así podía evitar la ida hasta el colegio. No me convenció. Prefiero estar con mis amigas, irme en la ruta, llegar al colegio, regresar al Planetario, volver al colegio por la tarde, y regresar de nuevo a casa.  En el Planetario no estuvimos más de dos horas, y en la ruta, como era viernes, estuve casi seis.








domingo, 27 de noviembre de 2016

La primera vez. [19]


Hoy voy a hacer la primera comunión.
Estoy un poco nervioso, me desperté antes de las cuatro de la mañana.
A esta hora mi mamá debe de estar profunda; mi papá también, en su casa.


Hace un año, cuando empezó la catequesis, no tenía ni idea de nada.
Bueno, no es que haya cambiado mucho hoy, sigo sin entender la gran mayoría.
El sacramento es uno de los siete actos mediante el cual, en el cristianismo, el creyente manifiesta su relación con dios, lo saqué de Wikipedia, no crean.


El dios de mi mamá es un pobre hombre desnudo colgado de una cruz. La primera vez que lo vi en la iglesia, me invadió un sentimiento de tristeza y angustia que me duró hasta que fuimos a comer a Mac Donald´s, me encantan las papas fritas. El hijo de dios está clavado a una cruz de madera que él mismo cargó en su último día, tiene una corona de espinas y una herida en las costillas. Su cuerpo entero está sangrando. Debió dolerle mucho ser crucificado vivo. Si tenía poderes y hacía milagros, ¿por qué fue tan estúpido?


El dios de mi papá no sé exactamente quién es. Cada vez que le pregunto si es ateo me dice que no. Dice que cree en dios, pero sin religión. Mi papá me dice que él es algo así como un jugador de fútbol que no pertenece a ningún club.  Mis papás están separados por cierto. Nunca estuvieron casados por la Iglesia, como hubiera querido mi bisabuela que en paz descanse. Se casaron por lo civil, y listo.


Mi papá dice que su dios es el sol, la naturaleza, las estrellas, los ríos y los mares, y que si no existieran tantas religiones, habría paz en la tierra. No entiendo mucho lo que eso significa pero mi papá dice que no me preocupe, que pronto entenderé, y que busque las respuestas por mí mismo.


Así que me metí a internet y busqué “qué es hacer la primera comunión”.
Es un rito católico que celebra la primera vez que una persona participa del sacramento de la Eucaristía: recibe el Cuerpo y Sangre de Jesucristo.


No entendí nada. ¿El Cuerpo y Sangre de Jesucristo? ¿Es decir que nos vamos a comer a ese pobre señor que está muerto y crucificado en la Iglesia? ¿Nos vamos a tomar su sangre?
Esperé que fuera el fin de semana para preguntárselo a mi papá, a mi mamá siempre le da pereza contestar esas preguntas. Ya no le vuelvo a preguntar nada, para eso tengo Google.


Mi papá no está de acuerdo en que haga la primera comunión. Le expliqué que todos mis compañeros de clase iban a hacerla al mismo tiempo y entonces estuvo de acuerdo. Cuando mi mamá lo llamó para pedirle dinero para hacer el bautizo (mis papás nunca me bautizaron) y para la ceremonia de la primera comunión, mi papá la mandó a “freír espárragos”. Que yo sepa, mi mamá no come espárragos, ella solo come tofu y tomates verdes fritos.


Me metí a internet con mi tablet y abrí la página donde había encontrado la definición.
Mi papá leyó lo siguiente: “Antes de recibir el Cuerpo de Cristo, el niño tiene que confesar sus pecados ante un sacerdote”. Mi papá se tomó la cabeza entre las manos, creo que estaba furioso, no pudo arrancarse el pelo porque es calvo, y estuvo así durante unos minutos, en silencio, cubriéndose la cara con las dos manos, y al final me dijo que nunca en sus cuarenta años había escuchado algo tan ridículo, impertinente y peligroso. No entendí nada.


Mi papá no vino a la ceremonia en la Iglesia, tampoco estuvo en el bautizo. Ya hice la primera comunión, estuve feliz porque todos mis amigos estaban ahí, y después fuimos a un restaurante campestre a celebrar, nos quitamos esas corbatas incómodas y jugamos futbol. Espero que el sacramento me dé superpoderes para marcar más goles.



lunes, 21 de noviembre de 2016

Superman tampoco. [18]



Desperté mucho antes de que estallaran los vidrios de nuestra portería.
De un solo brinco me tiré del camarote y prendí la luz del corredor.
Mi papá estaba profundamente roncando, mi mamá al otro lado de la cama.

Nos asomamos por la ventana de la sala para mirar hacia la calle, sin correr las cortinas.
A mi mamá le invadió un ataque de pánico, empezó a llorar, se estaba ahogando, no podía respirar. Mi padre la sacudió varias veces, le gritó que se calmara.
Me ordenó que me pusiera la ropa sucia de ayer y la chaqueta y los zapatos más viejos.

Metió a mi mamá en la ducha con el agua helada, ella gritó, por la rabia o por el frío, no lo sé, pero dejó de llorar y se tranquilizó. Mi papá corrió al cuarto y sacó ropa sucia para ambos.La calle, siete pisos más abajo que nuestras ventanas, empezaban a llenarse de gente, no se veía ningún carro circulando.

Pensé en las películas de zombies que mi mamá tanto odia y que me prohibe ver.
La protesta avanzaba rápido. Primero, un grupo de hombres con palos y antorchas, detrás, los adolescentes, y por último las mujeres y los niños.
Mi papá dijo que esperaba que esto pasara algún día, era inevitable, decía.

Los porteros de los edificios contiguos no ponen resistencia, se entregan con las manos arriba. Los que van adelante van rompiendo todos los vidrios que se encuentran, ventanas, porterías, carros, todo. Algunos policías acompañan el grupo, no llevan el casco puesto, parecen cómplices.

El reloj del comedor marca las 3:15 a.m. del 21 de noviembre de 2016. Nunca olvidaré esos números y letras rojos sobre fondo negro. Mi papá nos había dicho, varias noches atrás, que el proceso de paz fracasaría y que la reforma tributaria, impuesta por el payaso de presidente, sería una bomba de tiempo. La gente pobre se tomaría las calles de Bogotá. Será “La toma de la Bastilla bogotana”, decía mi papá.

Los ricos se fueron, casi todos, hace mucho tiempo. Solo quedamos nosotros, que vivimos como ricos pero no somos realmente ricos. Pero eso no lo sabe la gente, respondió mi papá cuando le pregunté. Hace ya tres meses que el país no tiene gasolina, y cuando empezó a faltar el agua, estalló el caos. Nosotros somos los únicos que quedamos en el edificio junto con Gilberto, el guardia, que se pasó a vivir a la portería porque su mujer lo echó.

Los de adelante van rompiendo todos los vidrios, como ya dije, y tiran ladrillos y piedras a todos los apartamentos. Como vivimos en el séptimo piso, no alcanzan a llegar los ladrillos. No han podido hacerle daño a nuestro hogar. El árbol de navidad sigue titilando, mi mamá se da cuenta y de un tirón arranca el cable. Estamos a oscuras, todo está apagado.

Oímos que entran a nuestro edificio. Es difícil acceder a nuestro apartamento porque hay que tener la llave del ascensor, y es una llave casi imposible de copiar. Subirán por las escaleras dijo mi papá, pero tengo un plan. Hay que actuar rápido. Van a saquear el apartamento, se llevarán algunas cosas, y todo lo demás lo destruirán. Vamos a estar bien, lo material no tiene importancia, volveremos a empezar en otra parte.

Oí los hombres subir por las escaleras y tumbar las puertas de los primeros pisos. El ruido era espantoso y cada segundo se acercaba más a nosotros. Nos paramos junto al ascensor, por suerte todavía funcionaba. Las puertas se abrieron, y mi papá nos empujó hacia adentro.

Al mismo tiempo, un ruido ensordecedor tumbó la puerta de las escaleras. Mi mamá gritó como una loca, no pudo evitarlo, pero su voz quedó opacada por todos los gritos de adentro y fuera del edificio. El rugido de la destrucción, contaría muchos años más tarde mi papá frente a sus amigos.. Mientras bajamos al sótano, recé porque apareciera Batman, Deapool, Luke Cage o MacGyver, cualquiera capaz de sacarnos de esa pesadilla. Pero nadie apareció, Superman tampoco.

Salimos a la calle separados, mi papá adelante, mi mamá y yo varios metros atrás, como si no estuviéramos juntos. Mi papá nos dio la orden de caminar y confundirnos con la muchedumbre, como si hiciéramos parte de la protesta, del vandalismo, de la violencia en carne viva.

Nos dimos un punto de encuentro por si acaso nos perdíamos, la panadería donde mi mamá compraba sus calados, que a esta hora ya debía de estar saqueada, destruida, incendiada. Mi papá se fue unos pasos atrás, mi mamá y yo adelante cogidas de la mano. Así podía vigilarnos sin levantar sospechas.

El plan de mi papá era hacer parte de la revolución y mezclarnos con la gente, fundirnos en la masa y salir adelante. Lo ví gritando los coros a grito herido, lo ví compenetrado con la causa, casi con placer. En ese momento entendí por qué mi papá nos pidió vestirnos con la ropa sucia y las chaquetas más viejas. De pronto, no volví a verlo, mi mamá me explicó que le tocó pasar al acto, actuando como todos los hombres, destruir y saquear para no ser descubierto. Espero verlo al amanecer en el punto de encuentro.

Batman es gay. [17]

Ya casi es Halloween, me voy a disfrazar de Batman.
Es el superhéroe de la noche, de la oscuridad. Aunque en realidad no sé por qué es un superhéroe si no tiene súper poderes. El año pasado me disfracé de Spiderman.
Este año quise disfrazarme de zombie pero mi mamá no estuvo de acuerdo, dice que es macabro. Yo creo más bien que le da mucha pereza maquillarme y todo eso. Mi papá dice que mi mamá nació cansada, que si no se toma un Red Bull no es capaz siquiera de levantarse de la cama. Mis papás están separados, y es mejor así, ya me acostumbré a estar con mi papá solo los fines de semana.
Kathy anda con Mariana para arriba y para abajo, muy ocupadas con el cuento de las princesas y el concurso de belleza. La gordita Beatriz nos trajo en el primer recreo una caja con pancachos y jugos, pero nadie paró de jugar y se quedó sentada afuera del kiosko con su escolta. A mí en realidad no me interesa jugar con las niñas.
Cuando regresamos a la clase, Mariana me preguntó:
ー¿De qué te vas a disfrazar?
ーDel Hombre Murciélagoー contesté.
ーBatman es gayー respondió Kathy.
ーNo es ciertoー añadí. Es millonario, musculoso y tiene armas que él mismo diseña.
ー¿Y por qué anda con Robin todo el tiempo? Porque Robin también es gayー
ーMi papá también tiene un socio en el trabajo y no es gayー dijo Mariana para defenderme.
ーEso es diferenteー contestó Kathy. El socio de tu papá no anda en calzoncillos verdes y chaleco rojo y zapatos de payaso. ¡Por favor! ¡Hellooooooo! ¡Fashion emergency! A quién se le ocurre vestirse de “superhéroe” como si fuera un árbol de navidad. Además, Batman no tiene poderes, es débil e inútil, por eso debe andar con un perrito guardián que lo saque de problemas, un perrito disfrazado de payaso. Batman está pasado de moda, disfrázate de Luke Cage o Deadpool.
ーLuke Cage es negroー dijo Mariana –y no es un superhéroeー

ーDeadpool me gustaーdije yo ーSe parece a Spiderman, pero con un toque malvadoー
ーAdemásー añadió Kathy ーyo me parezco a la novia de Deadpoolー
ーSimón es mi novio Kathyーdijo Mariana ーAdemás dijiste que todas estaríamos disfrazadas de princesasー

ーDije eso para poder deshacerme de la gorda Beatrizー Y si me da la gana de cambiar de opinión, pues de malas. Me voy a disfrazar de mesera texana, como la novia de Deadpool. ¡La que no quiera jugar, que no juegue, y punto!


domingo, 20 de noviembre de 2016

Princesas [16]




Nunca me imaginé que fuera a tener tanto éxito.
No se habla de otra cosa en el colegio, por lo menos en primaria.
Ahora la que manda en el juego es Kathy,  y esa soy yo.

El Salón de París ha sido todo un “hit”, como dice mi mamá, cada vez tenemos más clientas.
Niñas de otros cursos quieren venir a jugar con nosotras y ya no damos abasto.
Me tocó poner dos niños en la puerta del kiosko por seguridad.

Diego y Orlando se encargan de controlar el acceso, son los más grandes, también los más bobos, pero les gusta jugar con nosotras porque les pagamos con pancachos.
Mi mamá me dejó traer algunos juguetes de la casa y lo mismo hicieron Mariana, Catalina, Paula, Francisca, Maya y Carolina. Jugar al salón de belleza con maquillaje imaginario no tiene ninguna gracia.

No solamente hacemos peinados y trenzas, ahora estamos haciendo maquillaje y uñas. El problema es que nos toca limpiarnos la cara antes de regresar al salón porque la profesora no nos deja entrar así. Claro, ella sí puede estar con la nariz empolvada pero nosotras no podemos, no es justo.

La gordita Beatriz se quedó sin amigos para jugar, ahora todos vienen al salón. El único que sigue firme como buen perrito guardián es Oscar, su escolta. Ahora se la pasan merodeando por el kiosko, jugando por ahí cerca. Me dio pesar con ella, la invité a entrar para hacerse una trenza, se la haré yo misma.

Pero no la dejé entrar así como así, primero tuvo que hacer fila, como todo el mundo. Para que vea que yo también puedo organizar bien las cosas, incluso mejor que ella. Le expliqué a mis guardas que aplicaran la tarifa convencional. Todo el que quisiera entrar al salón, debía traer un pancacho.

Como la estrategia empezó a funcionar tan bien, le puse precio a las actividades. Un pancacho para poder entrar, dos para poder sentarse a peinado, y tres para la sesión de maquillaje, los polvos y brillantinas son costosos, ni más faltaba.

Le pedí a mis guardianes que le aplicaran a Beatriz la tarifa preferencial. Dos pancachos por entrar y ocho para poder sentarse en el salón. La gordita Beatriz quiso revirar pero no le quedó más opción que aceptar. Ella es rica, que pague. Y yo soy la que mando, así funcionan las cosas.
La dejé haciendo fila afuera durante todo el recreo, bajo el sol intenso, con su bolsita de pancachos en la mano, se veía muuuy tierna. Me tomé la precaución de demorarme con mis clientas al interior, y le pedí a mis amigas que se tomaran su tiempo. No iba a dejar entrar a Beatriz así tan fácil, tenía que hacerme desear. La dejaría entrar en el segundo recreo, si acaso.

La atendí yo misma y empecé a hacerle la trenza. Me costó un poco más porque tiene el pelo quieto. Traté de no jalarle mucho el cabello y de hacerle una trenza digna de la reputación del Salón de París; a los enemigos se les trata con dignidad. Ella no habló durante unos minutos, pero antes de terminar, con tono resentido, dijo:

ーTarde o temprano las niñas se van a cansar del salón y volverán a jugar conmigo. Además, tengo un plan para convencerlas.

Su plan no podía ser otro que convencerlos a todos a punta de regalos o de comida, de lo contrario nadie se iría a jugar con ella de nuevo. Qué pereza volver a jugar al papá y a la mamá, sobre todo si ella es la que manda y decide quién se casa con quién. En ese momento pensé en Aura Cristina en su novela “La Potra”, y pensé cómo reaccionaría ella ante esta situación. Fue cuando se me ocurrió darle la estocada final y le respondí:

ーVoy a organizar un concurso de belleza para escoger la princesa del año, los niños serán los jurados. Lástima que las princesas no sean gorditas, hubieras podido participar.




jueves, 17 de noviembre de 2016

El salón de París. [15]


Soy más bonita que Beatriz.
Eso ya lo había dicho, pero mejor recordarlo.
Beatriz es muuuy grande, pero es muuuy gorda, pobrecita.

Ya estoy cansada de que siempre sea ella la que manda en el juego.
Voy a hacer como Daniela en la novela que ve Berta, mi empleada.
Voy a crear mi propio grupo de amigas y mis propias reglas, sin matar a nadie, claro.

Todos los niños son tontos, se la pasan corriendo detrás de una pelota, menos Oscar.
Lo malo es que Oscar siempre juega con Beatriz, y ella siempre lo pone de chofer privado.
Se vé como un perrito guardián porque es muuuy pequeño, y ella es muuuy alta.

Voy a crear un salón de belleza, en el kiosko cerca a la cancha.
Así mato dos pájaros de un solo tiro. Le quito niñas a Beatriz y me hago cerca del partido.
Me gusta ver a Simón jugando fútbol, es el goleador del curso, aunque es muy picado y suda mucho.

Llamaré el salón de belleza: “La trenza de París”, de París Hilton, claro.
Yo voy a ser como ella, muuuy rica y muuuy hermosa y muuuy famosa.
Mi mamá dice que es una tontaza, que solo tiene plata y la entrepierna caliente. Yo creo que a mi mamá le da envidia de ella porque es rubia natural, tiene piernas largas y es muuuy flaca.

Mariana no entiende qué es la “entrepierna caliente”, y aún así se las pica de ser la novia de Simón. Yo creo que también le gusto, a Simón. Una vez fuimos novios a escondidas de Mariana, durante un recreo, nos subimos al árbol y ella no pudo encontrarnos. Ese día la cancha estaba llena de charcos y por eso Simón no fue a jugar fútbol y yo ni corta ni perezosa me lo llevé para el palo de mango.

Le expliqué a Mariana que París Hilton tiene la “entrepierna caliente” porque sus piernas son muuuy largas, y ella camina muuucho y se recalienta en los desfiles de moda, en las pasarelas y esas cosas, siempre de un evento a otro, por todos sus hoteles alrededor del mundo, luciendo vestidos brillantes y escotados.

En el salón de belleza vamos a empezar con una clase de trenzas.
No invité a Beatriz porque tiene el pelo churrusco y enredado, y además, ella anda con sus escoltas y sus choferes y todo ese cuento jugando al papá y a la mamá, ¡qué pereza!

Jugar a la peluquería es más divertido. Las niñas de otros cursos han venido a jugar también. Lo chévere es que podemos rajar de todo el mundo, como en una peluquería de verdad.

Los niños no saben rajar, por eso juegan fútbol, no saben lo que se pierden. Además ellos son muy torpes, no podrían hacer una trenza. Mi mamá siempre le hace el nudo de la corbata a mi papá cuando se va a trabajar, por algo será. Los hombres son fuertes, pero son torpes.

En clase de manualidades, las niñas siempre hacemos los mejores trabajos, hasta Beatriz.
Los niños siempre ensucian todo, dañan todo, dejan caer las cosas, y la mayoría de las veces no entienden nada. Creo que por eso nos sientan en parejas, para que les expliquemos cómo funciona la vida.

Yo siempre quiero hacerme con Simón pero la profesora siempre me pone con un niño diferente. Simón no es tan torpe como los otros, y tiene unas pestañas más largas que las mías. Voy a tratar de convencerlo de que vaya al “Salón de París” a hacerse un tinte. Ojalá mañana la cancha amanezca llena de charcos.

Pancacho [14]



Esa patada realmente me dolió.
Me va a salir un morado muy grande.
Apuesto que cuando mi papá lo vea, me va a preguntar por qué no tenía puestas las canilleras. De pronto de aquí al viernes que me recoja ya se me ha borrado.

Lo importante fue que ganamos el partido.
Esta noche cuando me bañe me echo bastante jabón a ver si se me borra el morado.
Mi mamá no me regaña por no ponerme las canilleras, en cambio sí me regaña por traer las medias sucias. Mi papá dice que eso no vale la pena, lo de las medias.

El partido del segundo recreo es más importante.
Jugamos contra los de cuarto, son más grandes.
Tengo hambre, creo que iré primero a la tienda antes de ir a la cancha de fútbol.
Me gusta comer pancacho y oreja y papitas Calima.

Mi papá me contó que cuando era niño, sus papás le daban 20 pesos para el recreo.
Se compraba un pancacho que costaba 10 pesos y una Coca-Cola que costaba 9.
Con el peso que le sobraba, se compraba un cigarrillo. Era como un cigarrillo de verdad pero con sabor a menta. Eso ya no existe.

Los niños que vienen de Bogotá le llaman “croissant” al pancacho.
Se creen muy finos, igual a los franceses de este colegio que no pueden comerse una “chancarina” o una “melcocha” porque se intoxican.

Las papitas Calima son mis preferidas.
Me las como siempre junto con la oreja.
Los niños de Bogotá le llaman “corazón” a la oreja.
Pffffff, me hacen reír con su habladito gay.

Será por eso que son tan malos en fútbol.
Lo malo es que en el curso de cuarto hay tres “rolitos”, no juegan bien pero son grandes y nos pueden hacer faltas graves. Además, no traje mis canilleras hoy tampoco.

Le pedí al gordito Durán que metiera a Robledo y a Mejía para equilibrar el partido. Ellos son nuestros enemigos de curso pero hoy tenemos que juntar a los mejores para poder ganarle a los de cuarto y sus “rolitos” gay.

Yo voy a tapar, traje los guantes que mi papá me regaló el finde pasado.
Con estos guantes y el poder mental, voy a desviar cualquier balón que llegue al arco.
Mi papá me ha enseñado el poder mental para desviar los balones, hay que aplicar la energía justo cuando el jugador va a patear el balón. Es un secreto que nadie sabe.

Ahí está Kathy, la niña que más me gusta, Mariana le tiene muchos celos.
Lo malo es que Kathy es de Bogotá, pero igual me parece muy bonita. Tiene algo que no sé cómo explicar, algo que no tiene Mariana, que es de Cali.

Robledo y Mejía están muy bravos conmigo, nos empataron.
Me metieron el primer gol por andar mirando a Kathy  y en seguida a Mariana, que anda haciendo mala cara. No tuve tiempo de aplicar el poder mental.



Diálogo imposible. [13]


―¿Por qué están pasando las noticias en vez de muñequitos papá?

―Porque hoy es miércoles, no es sábado ni domingo,que son los días en que pasan tus muñequitos en la tele, y porque son las 6:30 a.m. y a esta hora pasan las noticias para los adultos.

―¿Qué es homicidio múltiple papá?

―Es cuando una persona mata a varias personas al mismo tiempo, generalmente un enfermo mental.

―¿Qué es un enfermo mental?

―Es una persona de apariencia normal pero que tiene una mente peligrosa, algún problema muy grave en su cabeza, que sufre algún tipo de trastorno, de locura.

―¿Y por qué mata a varias personas al mismo tiempo?

―Porque seguramente quiere robarles su dinero, o vengarse, o secuestrarlos, o cualquier otra cosa que le sirva de motivo. Esas personas locas creen que están haciendo bien y no se dan cuenta de la gravedad de sus actos. Por eso se les llama “enfermos”.

―¿O sea que yo también estoy loca por estar enferma?

―No mi amor, tú solo tienes un resfrío, por eso debes quedarte en casa, para descansar y recuperarte.

―¿Qué es abuso sexual a menores?

―Es cuando una persona adulta irrespeta a un menor de edad, cuando aprovecha de su fragilidad para tocar sus partes íntimas.

―Pero en la tele están hablando de una violación a un niño de 2 años. ¿Qué es una violación papá?

―Es cuando un hombre adulto tiene relaciones sexuales con una mujer adulta sin que ella esté de acuerdo, como si la estuviera obligando a hacer algo que ella no quiere.

―¿Qué la obliga a hacer?

―En realidad lo que hace el señor es obligarla a quedarse quieta para él poder hacer. Ella no hace nada, el que hace es él.

―Si pero en las noticias están diciendo que el señor hizo una violación a un niño de 2 años y luego murió. ¿Por qué el señor viola a un bebé y no a un adulto?

―No sé mi amor, no sé cómo explicarte. Es un tema muy complicado para un niño. Creo que mejor apagamos eso, las noticias que pasan en la tele de este país no son adecuadas para niñas como tú ni para adultos como yo. Mejor pongamos una película, no pienses más en eso.