domingo, 16 de octubre de 2016

El autogol. [1]

Yo solo quiero jugar fútbol, pero mi papá quiere que estudie, también.
Hoy metí dos goles en el primer recreo, aunque el segundo fue realmente un autogol.
Mi papá dice que debo usar canilleras, a mi mamá en realidad no le importa.

La clase de español se me hizo muy aburrida, además, María Elena la profesora no está simpática hoy, nos hizo un dictado sorpresa. Yo solo quería salir a jugar el segundo tiempo del partido.

Marco debe estar bravo conmigo, por lo del autogol. Yo patié el balón como pude en el área, el arquero la sacó con una pierna y rebotó en Marco. En realidad no fue mi gol. Fue un autogol del arquero con Marco.

Corrí a celebrar con mis amigos mientras el arquero, y todos los del equipo, regañaban a Marco. En ese momento yo hacía el gesto de Ronaldo, celebrando la anotación. Bueno, me tocó hacerla después de que todos me desabrazaran, ya no era lo mismo. No pude hacer el salto al principio porque al momento del gol, todos estábamos concentrados en pocos metros, y me apretaron enseguida. No me gusta sentir el sudor de los demás en mi cara. Huele mal.

No veo la hora de que se termine este dictado. Mientras María Elena recoge las hojas pasando por los pupitres, me volteo para mirar al salón de enfrente. Veo a Marco, está mirando el suelo. Debe estar pensando en el autogol.

Tengo muchas ganas de orinar, seguro la profesora no me deja ir al baño puesto que ya va a sonar la campana. (En mi colegio usan una campana en vez de un timbre para anunciar el recreo). Los baños quedan en sentido opuesto a la cancha de fútbol, así que no pierdo tiempo y salgo directo a encontrar mis compañeros. Vamos ganando 2-1. No podemos descuidarnos.

El segundo recreo es más corto que el primero. Tenemos que anotar rápido para asegurar el partido con un 3 a 1. Marco está bravo, se le nota. Al principio quiso hacerme una falta con una tijera barredora, pero me la esquivé con un salto. Creo que sepuso más bravo aún.

El Gordito Durán está jugando bien hoy, se puso las canilleras. Me acordé de mi papá. Creo que no voy a aguantar el final del partido sin tener que ir al baño a orinar. Nos metieron un segundo gol, nos empataron. Marco sigue bravo, quiere ganar.

Está de huevero el Gordito Durán, y recibe un balonazo en la panza que no le hace ni cosquillas, dispara al arco, y mete un gol de picabarra. El Gordito Durán le pega muy duro al balón, quisiera saber cómo lo hace. Lo bueno es que yo soy mucho más rápido que él.

Nos abrazamos todos a celebrar pero el Gordito Durán se tambalea y nos arrastra al piso, formamos una montonera. No me gustan las montoneras, me siento asfixiado. Creo que se me salieron unas goticas de pipí con todos encima mío.

Suena la campana, ganamos el partido. Corro al baño a orinar pero ya es demasiado tarde. Tengo los calzoncillos mojados. Ganamos el partido, pienso. Marco debe estar muy enojado. No pudo hacerme ninguna falta y además les ganamos. Los de Cuarto B son buenos, pero hoy ganamos.

Mi mamá me va a regañar por llegar mojado. Abro la llave y me echo agua encima, espero que se seque de aquí a la casa. Tenemos clase de religión. El profesor de religión es extraño, pero es muy grande. Lo más aburrido de las clases de religión es que son los viernes. No deberíamos tener clases los viernes después del segundo recreo, deberíamos quedarnos jugando fútbol hasta la hora de subirnos a los buses.

A veces las historias que nos cuenta el profesor de religión son interesantes, pero desde que empezamos con el tema de primera comunión, ya no me gusta tanto. Solo se habla de la comunión, de la nueva etapa en nuestras vidas y todo eso. No sé si me ayude a ser mejor goleador si hago la primera comunión. Voy a preguntarle a papá.

FIN del artículo 1.



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