miércoles, 13 de septiembre de 2017

Todólogo [40]


Antes quería ser como Messi, ahora quiero ser como Ronaldo.
El fútbol es mi vida, yo nací para ser futbolista profesional.
El problema es que también quiero ser youtuber y DJ, no sé si pueda hacer las tres.
Mi papá dice que sí, aunque me deja pensando, últimamente no le creo casi, me he dado cuenta que es muy exagerado.


Estoy averiguando una universidad donde pueda estudiar fútbol profesional, ojalá en España. Mi papá dice que todos los niños del mundo quiere ser como yo y jugar en el Real Madrid o en el FC Barcelona: No es verdad, los niños en India o en China no quieren ser futbolistas y no tienen ni siquiera para comprarse un balón. Además, allá juegan Criquet y Voleibol, no saben lo que es el fútbol.


Lo importante es que mi papá me apoya en lo que decida ser cuando sea grande. Me dice que puedo ser artista, cantante, baterista, escritor, fotógrafo, nadador, atleta, abogado, médico, ingeniero o filósofo o lo que yo quiera con tal de que me guste. Mi papá dice que a mi edad no tenía ni idea de lo que iba a ser en la vida adulta, pero yo sí sé, voy a ser como Ronaldo. Que no me preocupe, dice, que la vida da muchas vueltas y que uno a veces termina haciendo cosas que no quiere o que no debe.


Por ejemplo mi mamá. Ella fue hippie cuando tenía 18 años, fumaba marihuana y bebía alcohol, y así fue que conoció a mi papá. Empezó a estudiar agronomía en la universidad pero se retiró porque no le gustaba. Ahí fue que mis abuelos la echaron de la casa. Entonces se puso a estudiar odontología, que era lo que realmente le apasionaba, y terminó la carrera, se la pagó ella sola. Al cabo de unos años, luego de trabajar como dentista, se aburrió. De ahí en adelante se interesó por el Feng Shui y montó un almacén de muebles junto con una amiga decoradora. Al poco tiempo, cambió todo por la astrología, la acupuntura, la homeopatía y la sanación con las manos. Ahora es un ser místico, combina todas las disciplinas y las aplica a los pocos clientes que van a su consultorio, casi todas amigas íntimas.


Ahora mi papá. Hippie también, de pelo largo, barba larga y pelos en las axilas como mi mamá. Estudió zootecnia pero no le gustó andar de finca en finca inseminando vacas y lidiando con cerdos. Entonces estudió bellas artes, y se volvió hippie otra vez, aunque con un aire más gomelo. Como no pudo vivir de la venta de sus cuadros, montó una ferretería y le empezó a ir muy bien, el problema fue que se asoció con un amigo que resultó ser un estafador y lo dejó en la calle después de unos años. Así que se puso a escribir para un periódico y se volvió bloguero con el tiempo. Se la pasa escribiendo cuentos y los sábados por la tarde siempre juega ajedrez en el parque con los ancianos del barrio. Hace poco se compró una máquina radiónica y montó un consultorio junto con mi mamá. Los pacientes van a verlo y el aparato imprime unas recetas de gotas homeopáticas que curan todos los males.


Yo no quiero ser todólgo como mi papá, ni trabajólica como mi mamá.
Yo quiero ser futbolista, youtuber y DJ. Por la mañana entreno, por la tarde hago videos y por la noche toco música. De todas formas, si no funciona esta línea estratégica, ya tengo un plan B. Mi papá dice que llegar a ser futbolista profesional es difícil porque hay mucha competencia, pero insiste en que llegar a jugar en el Real o el Barça es aún más difícil, porque son los clubes más solicitados. Puede que tenga razón. En mi colegio muchos compañeros quieren ser como yo y Zidane solo puede escoger 11 titulares y 11 suplentes.


El plan B sería algo así: Webmaster, Robótica y Ciencias de la computación. Me encanta jugar con lo digital y surfear en internet. De hecho, cuando no estoy jugando futbol en la cancha, estoy en un jugando futbol en la tableta. Mi papá dice que lo peligroso del internet y las redes sociales son los retos como el de la Ballena Azul y el Hot Water Challenge. Pero yo le digo que esté tranquilo, que no soy tan tonto como para tatuarme una ballena en el brazo con un cuchillo o echarle a un amigo agua hirviendo en la cara. Mi mamá es mucho más radical, no me deja usar ni siquiera Whatsapp en su teléfono.


En vez de jugar en la tablet, mi papá siempre me compra balones, guayos, uniformes, canilleras, y me inscribe en actividades deportivas y escuelas de fútbol. No quiere que pare de hacer ejercicio, con tal de no estar frente a la televisión, a la computadora o a la tableta.


En vez de jugar en el celular, mi mamá siempre me compra un libro nuevo. Esta semana me trajo “El principito”. Ella dice que es una obra maestra, un clásico de la literatura de todos los tiempos.


Un supuesto piloto cae con su avión averiado en un desierto y no se mata. Así que se pone a reparar el avión con sus propias manos, pero como tiene mucho calor y poca agua, lo empiezan a invadir las alucinaciones. Y en eso lo visita un niño que viene de un planeta del tamaño de una casa, y le cuenta que se comunica con las flores y los animales, como si eso fueran grandes temas existenciales. Nunca he leído algo más estúpido.

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