jueves, 7 de septiembre de 2017

Árbol secreto [37]




Árbol secreto [36]

Mi hermana no ha entendido nada.
Es cuatro años mayor que yo pero parece más pequeña.
En realidad es mucho más alta que yo, pero flaca y tiene la voz muy aguda. Hay que ver cuando hace sus pataletas, espanta hasta los caracoles del jardín con sus chillidos.

Yo soy fuerte, robusto, pesado, y mucho más inteligente que ella. Los hermanos menores siempre somos más inteligentes, más arriesgados, más rebeldes, más de todo, tanto en lo bueno como en lo malo. No quiero ser como ella, mañosa, mentirosa, alegona, pero tampoco quiero que me saque ventaja en las pequeñas batallas de la casa. Los hermanos menores somos los preferidos de las mamás. Ahí está el poder.

Mi papá es un anciano de 54 años y es quien se ocupa del hogar.
Mi mamá es un poco menos anciana, tiene 47. Es política, trabaja mucho y es muy conocida, sale en la televisión y en los periódicos locales.
Va por todo el mundo dando charlas y haciendo reuniones, siempre anda sonriente. Se reúne con gente importante y es muy influyente. Ahí está el poder.

Mi papá nos despierta para ir al colegio. Lo primero que debemos hacer es lavarnos los dientes y la cara. No entiendo porqué si después vamos a desayunar y a bañarnos. Lo segundo que debemos hacer es limpiar lo que el perro ha dejado regado por toda la casa. Mi papá nos asignó  a mi hermana y a mí días pares e impares para equilibrar el asunto. Es muy desagradable limpiar la caca del perro, sobre todo cuando está un poco líquida. Pero el chandoso es su joya más preciada, quizá porque es el único que le obedece. Por mi fuera, lo meto en una bolsa de basura y dejo que el camión se lo lleve. Eso es poder.

Mi mamá no pasa mucho tiempo en la casa. Vive montada en un avión. Cuando está en la ciudad, nos lleva a cine y a comer pollo frito, y por las noches, vamos a algún restaurante elegante, de esos donde las servilletas son de tela blanca y el aire acondicionado te congela los pies. A mi me gusta ir a los restaurantes porque puedo jugar con la tablet, y como siempre se demoran en traer la comida, tengo tiempo de jugar un montón. Mi papá no le gusta que juegue tanto con la tablet, pero como mi mamá no me dice nada, yo aprovecho. Ella tiene el poder.

Mi hermana es una telaraña de emociones, expresiones, moños, jeans apretados, gafas oscuras, peinados, maquillajes, pulseras, novios, amigas, profesores, compañeras, telenovelas, celulares, llamadas telefónicas, salidas a bailar, terapias de sicólogo, lloradas eternas, siestas interminables, calzones, brasieres, cepillos, productos para la piel, sesiones en la peluquería, uñas y redes sociales. Mi mamá es igual, pero tiene más carteras y zapatos que mi hermana. ¿Quién entiende las mujeres? Siempre están enredándote para tener el poder sobre los hombres. Mi mamá lo tiene sobre mi papá, y mi hermana cree tenerlo sobre mí, pero no es así. Ella no ha entendido nada, yo tengo el poder.

Mis amigos dicen que mi familia es extraña porque mi mamá trabaja y mi papá se queda en la casa. En realidad, él trabaja desde la casa, conectado a su computadora, pero como mi mamá viaja tanto, él se encarga de casi todo. Tenemos una empleada del servicio desde hace muchos años, es como nuestra tía. Mi papá la adora, mi mamá no tanto. Viene de una familia indígena del sur del país. Mi mamá dice que la bajaron de la montaña a punta de reflejos con el espejo. No entiendo esa expresión.

Se llama Wayra, significa “viento”. Cuando esté un poco más grande, quiero ir con ella a su tierra natal y visitar su familia. Ella siempre me ha invitado pero mis papás no me dejan ir. Quiero ser grande para poder acompañarla. Cuando estaba pequeño, me contaba las mismas historias que su padre le contaba a los niños de la aldea. Tengo muchas ganas de conocer el árbol del secreto. Según Wayra, desde la parte alta del árbol puede verse la sierra y sus picos nevados, y si tenemos suerte, quizá podamos ver un Quetzal, el ave sagrada en peligro de extinción.

Mi mamá dice que me deja ir a la tierra de Wayra si mi hermana me acompaña. Wayra siempre se va dos semanas al final del año. Mi papá no pone problema, dice que me haría mucho bien algunos días sin la tablet. Algo en el fondo me dice que mi papá ya conoce el lugar. Pero frente a mi mamá no hay caso, ella es la que decide. Así que amenacé a mi hermana. Le dije que si no me acompañaba le diría a mi mamá tres cosas sobre lo que hace con su novio. Ahora me encuentro preparando la maleta, eso es poder.





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