Como bestias.
Nos comportamos como bestias, como cualquier animal.
Mejor aún, los animalitos se portan mejor que nosotros, por ejemplo, la vaca, cuando defeca, genera gas metano. Ella no lo sabe, pero ese gas puede ser utilizado para la estufa o la calefacción. Amo las vacas, pero vivas, porque soy vegetariana.
¿Quién es más pecador? ¿El que mata o el que consume la vaca?
¿Sabían que para producir un kilo de carne de res es necesario quince mil kilos de agua?
Eso representa quince toneladas, o quince metros cúbicos, ya que la densidad del agua es igual a uno. (lo aprendí esta semana en el colegio).
Por ejemplo, una familia regular, dos hijos y dos padres, cenan por la noche un pedazo de carne y cada uno engulle 250 gramos de carne importada de los EE.UU, es decir que todo suma un kilo de suculenta carne, jugosa, término azul para el padre, medio para la madre y tres cuartos para los hijos. Terminan de comer y pueden declarar que acaban de gastar el equivalente de tres meses del consumo de agua de cualquier habitante.
¿Quién se anima a declarar que el consumidor es más responsable que el ganadero en términos de ecología? El ganadero está desperdiciando el cereal para alimentar el ganado en vez de alimentar familias de extrema pobreza como las hay en África. El ganadero vive de eso y con el dinero obtenido alimenta su familia y envía sus hijos al colegio y se compra carros grandes.
El consumidor compra el kilo de carne, lo sirve en cuatro bistecs con unas papitas a la francesa y una bebida gaseosa. Cuando terminan de comer, tiran todo a la basura, la envoltura de polipropileno y plástico de la carne, la bolsa donde venía todo empacado, el aceite donde fritó las papas, a la cañería, y como si fuera poco, la tapa y el envase de la gaseosa, a la basura general. Sin contar la gasolina que consumió el vehículo para ir al supermercado a comprar todo ese desastre. Si ustedes no ven ningún pecado capital en alguna de estas acciones, les recomiendo dejar de ver tanta televisión y leer un poco más.
Todos somos pecadores.
No hablo de pecados contra la iglesia, eso está mandado a recoger, ya nadie cree en esa farsa. Hablo de pecados contra nuestro planeta, de atropellos contra nuestra madre tierra, nuestra pachamama. Todo lo que el hombre toca lo vuelve basura y destrucción. Nuestro ecosistema está viviendo a crédito, estamos consumiendo más de lo que podemos producir.
La gordita Beatriz, por ejemplo, anda en una super camioneta blindada, con chofer y guardaespaldas que la traen todos los días al colegio. Ese tipo de carro grande consume mucho combustible, no es ecológico, es un pecado.
Franco, el que se sienta en la última fila, escribe en su cuaderno cada tres líneas, por lo tanto, consume mucho más papel que todos lo demás, y deberá comprar más hojas y más cuadernos, generando una tala de árboles aún mayor, y más consumo de combustibles, es sinequanone, es un pecado.
Mi amiga Kathy, otro ejemplo, trae una lonchera repleta de productos comprados en el supermercado. Envases tetrabrik con leche achocolatada, ponqué empacado en bolsa plástica, ensalada de frutas empacada en cajita de plástico, botella de agua y cubiertos desechables, galletas envueltas en papel aluminio, y como si fuera poco, un Bombon Bum con su chicle. La sola botella de agua puede tardarse entre 100 y 1000 años en biodegradarse, un pecado.
Somos bestias.
Perdón, no insultemos nuestros animales, ellos son quizá más inteligentes que nosotros, viven en perfecta armonía.
Somos depredadores insaciables, somos inconscientes, somos malos con la naturaleza.
Somos todo pecadores.
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