sábado, 9 de septiembre de 2017

Irma [38]


Irma [38]

Soy la menor de seis hermanos.
Mi hermano mayor está en la cárcel, tiene 34 años, se llama Ronal Alexander.
El que le sigue, Jheison Fabián, trabaja de bultero en la plaza de mercado, tiene 31.
Luego viene mi hermana Sacha Estefany, de 29, la que tiene 4 hijos, porque mi hermana Crislady Tatiana sólo tiene 2 hijos pero está embarazada y tiene 27 años.

Mi hermanito pequeño, Jhon Esneider, tiene 25 y se va a casar con la novia que vive aquí con él desde hace tres años, tienen un bebé recién nacido y también está embarazada.
Mi nombre es Katia Yulixa, tengo 9 años y no estoy embarazada.
Mi mamá tiene un nombre normal, se llama Ángela.

Mi vecina dice que mi mamá nos tuvo a todos en cascada, uno detrás de otro, cada 2 años. También dice que soy un ángel caído del cielo porque nací el día del niño dios y porque mi mamá no estaba en edad de tener niños. Se llama Ofelia, es mi segunda mamá. Me ayudó a salir del vientre, metió las manos a penas vio asomar mi cabecita y me jaló con fuerza hacia afuera. Después de eso, mi mamá se puso muy mal, así que ella decidió cuidarme los primeros meses.

Como Ofelia sólo tuvo un hijo en su vida, Gustavo Adolfo, pudo dedicarse a mi crianza tiempo completo y así aliviar a mi mamá que siempre ha trabajado hasta tarde en casas de ricos. Cuando yo nací, Gustavo Adolfo ya tenía 21 años y trabajaba de mensajero en el banco. Supo perseverar, y a punta de buenos modales e inteligencia, ahora trabaja en las oficinas del banco. Está terminando de validar el bachillerato y quiere seguir una carrera universitaria, quiere ser gerente.

Ofelia pudo alimentar a Gustavo Adolfo con leche de verdad porque sus patrones la tenían de interna en la casa. En cambio mi mamá sólo pudo alimentar a mis hermanos con agua de arroz, no le alcanzaba el dinero para comprar leche. A mis hermanos les tocó muy duro, no por la leche sino por los maridos que tuvo mi madre. Cada uno es hijo de un marido diferente. Ofelia dice que mi mamá siempre fue muy culipronta.

Mi mamá adoptiva también me alimentó con leche de verdad, no permitió que mi mamá me diera agua de arroz o cualquier agua que no estuviera hervida para evitar enfermedades graves, como la que se llevó a mi hermano menor, que hoy tendría 23 años. Se hizo cargo de todos mis gastos, de toda mi comida, de lavar todos mis pañales, de mi ropa, de peinarme, cepillarme los dientes y el cabello, de bañarme y hasta de regañarme.

Cuando crecí un poco más, me enseñó a leer, a escribir y a dibujar, y luego me envió a la escuela, a la que me llevaba y traía caminando y conversando. Los domingos, mi mamá pasaba toda la tarde con nosotras en el patio de la casa, escuchando música y bailando y contando historias que dan risa.

En la casa somos diecinueve. En realidad somos diecisiete porque dos de ellos están ausentes. Ofelia y mi mamá preparan sancocho para ocasiones especiales y nos instalamos en el patio trasero, alrededor del fogón de leña, a menos que llueva porque el barrial es insoportable. Yo siempre cuento a Ofelia como parte de la familia. Los únicos ausentes son Ronald Alexander que está detenido y Winston Mauricio, el que les digo que murió muy pequeño a causa del agua contaminada. Mi mamá siempre pone la foto de cada uno en la mesa y les dedica sus plegarias antes de comer. Hagamos una lista para no perdernos.

Ronal Alexander (el que está en la cárcel).
Jheison Fabián (el que trabaja en el mercado y no tiene novia).
Sacha Estefany, sus cuatro hijos y su novio actual (hasta ahí van siete personas porque Ronal no cuenta).
Crislady Tatiana, sus dos hijos y su novio actual (van once y medio porque está pipona).

Los bebés en camino equivalen a media persona.

Jhon Esneider, su hijo y su amigovia, se van a casar porque está embarazada  (van catorce y con este medio completamos quince).
Katia Yulixa, es decir yo, y Ofelia mi segunda mamá (van diecisiete).
Mi mamá de sangre, Ángela, y mi hermano difunto, Winston Mauricio (van diecinueve).

Nota: Tranquilos que yo también me perdí haciendo la cuenta.

No quiero mencionar los nombres de mis sobrinos y sobrinas porque no viene al caso y nos enredamos más de lo que ya estamos. El patio de la casa es el hogar de los perros y las gallinas, y está comunicado con el patio de Ofelia por la parte de atrás porque el muro cayó después del terremoto del 82 (yo no había nacido) y nunca fue reconstruido. Así que los perros y las gallinas se pasean a sus anchas por ambas casas y ambos patios.

Al que mejor le va en la vida es a Jheison Fabián porque es el único que tiene un trabajo estable de todos mis hermanos. Se levanta a la una y media de la mañana y se va en bicicleta a la plaza de mercado para ayudar a descargar los camiones cargados de papa que vienen del campo. A veces le resultan jornales con los carniceros pero él dice que prefiere la papa porque huele mejor.

Jheison Fabián es buen hermano, me trae una empanada todos los días para que me tome la leche de por la noche. A las dos de la tarde ya está de regreso, esa es la ventaja de salir a trabajar temprano, aunque sus jornadas son muy duras porque los bultos de papa son muy pesados. Pero él no se queja, anda siempre con una sonrisa en la boca y después de la siesta se pone a escuchar la radio. Dice que está haciendo un curso a distancia, no sé de qué, pero es un curso muy serio.

Ofelia ya no trabaja, vive con el dinero que su hijo Gustavo Adolfo le trae cada quince días. Con eso compra su mercado y algunas de mis cosas. Mi mamá le ayuda con lo que puede y vive eternamente agradecida con ella porque nunca le pide nada. Es por eso que los domingos mi mamá hace el aseo completo de su casa, así puede ayudarla de algún modo.
Cuando Ofelia ya no pueda caminar (es un poco mayor que mi mamá pero ya cojea), mi mamá dejará su trabajo y cuidará de ella. Espero crecer rápido para ser grande cuando eso pase. Yo también quiero ayudarla, al fin y al cabo, sin ella, no estaría respirando. Por ahora todo parece indicar que yo soy la preferida de ambas, siempre las escucho haciendo planes para mí.

Mi mamá trabaja en la casa de una doctora muy reconocida en la capital, sale en la televisión y todo. Sale muy temprano para llegar a las siete de la mañana y termina su jornada después de las siete de la noche. Cuando llega a la casa de sus patrones hace el aseo general, lava los platos de la cena de la noche anterior, limpia los pisos, la caca del perro, mete la ropa en la lavadora, limpia los baños y se pone a hacer el almuerzo. Por la tarde, lava los platos del almuerzo, limpia los pisos y la caca del perro, vuelve a meter ropa en la lavadora y vuelve a limpiar los baños. Por suerte no tiene que hacer la cena, le tocaría quedarse a dormir. Todo esto, en medio de los niños pequeños de la doctora, que se ponen insoportables cuando llegan del colegio pidiendo jugos y entrando y saliendo a jugar.

Hoy es un día especial, mi mamá llegó a la casa a media tarde. Ante la sorpresa de Ofelia, le explicó que sus patrones le habían pedido que se fuera temprano a causa del huracán Irma. Parece que el transporte se pone bien pesado en vísperas de un huracán. Irma debe pasar a partir de las seis de la tarde, pero es mejor anticipar. Mañana es día festivo porque nadie en el barrio puede salir a trabajar, hay toque de queda. Eso significa que nadie puede salir de su casa, aunque nosotros sí podemos salir al patio porque desde la calle no se puede ver y la policía no nos puede molestar por ser desobedientes.

Mi mamá y Ofelia se pusieron a preparar el sancocho como de costumbre. Mientras iban pelando el plátano y las papas, las escuché hablando en secreto sobre mí. Creo que estaban planeando algo. Mi mamá le decía que, de todos sus hijos y nietos, era yo quien tenía más futuro, y con eso se refería a mis estudios y al trabajo. Me gustaría que fuera doctora, le decía mi mamá, como mi patrona, para que pueda ganar el dinero suficiente y pueda vivir en una casa de cemento, con pisos duros y techo resistente, capaz de soportar la fuerza de un huracán, y no sufrir porque todo va a quedar destruido o inundado.

Se me olvidaba contarles que Irma no pasó por el barrio, solo hubo una pequeña llovizna, gracias a dios.

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